jueves, 5 de noviembre de 2009

Una mañana de otoño al caer una hoja más, mi corazón despertó de un sueño estremecedor, apareció esa mujer de luz despejando mi nublado cielo gris, era distinta a las demás. Chica de sonrisa deslumbrante y un alma llena de ilusión.

Tú, dama de divina presencia en esas noches fantásticas aglomeradas por esos seres desconocidos que brillaban en lo alto de la cúpula que cubría nuestro bochornoso espacio terrenal.

Por ti fui descubriendo asombrosos saltos dentro de mi pecho que a gritos silenciosos me decía que el amor había llegado; esa mañana sorprendente de la mano de la hermosa niña de abril con labios sabor miel.

Tú, dama dulce y princesa de un bosque encantado que hechizó mi mirar, le diste sentido a mis días de baja escala en este invierno oscuro al que situaste un final. Nos prometimos no morir como dos viajeros en playas vacías que decidieron no volver, como un milagro en medio de mis noches sin acabar cuando flotaba de la mano de tu risa especial.

Amor del viento inmortal eres tú, encendiste este corazón dejando en mí una luz eterna que nunca caerá.

5 comentarios:

  1. Un abrazo a traición para la dueña de tus versos. Felicidades.

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  2. Inspiración y talento no te faltan. ¡Buena obra, Marco!

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  3. Muy intensa y buenísima!..Felicitaciones! =)

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  4. muy buena realmente, lleno de amor, sigue así

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  5. Muchas gracias a todos por su comentario, esta obra es realmente algo intensa y muy bonita para mí. Un abrazo para todos.

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