lunes, 31 de agosto de 2009

Día trece

Armonizaste inquietos gritos que me pidieron una demostración de lo que era ya evidente, entonces para concederte ese capricho resentido por un amor extraño, armé letras de ilusión que sólo inspirado en la esencia de mi historia pude componer.

Y así te dije: “Mi consumido ser al caminar contigo siente que no hay nada más que una vía de estrellas que brillan para los dos, y sólo se encienden cuando tú estás a mi lado”. Emocionada tú, impresionado yo, no sabía si lo que te había dicho era lo más prudente. Me agradeciste empapándome con apasionados besos, y nos seguimos amando con una condición en secreto que nunca te la dije y que tú nunca me mostraste.

Manifestamos estilos clandestinos para lo que podíamos llamar un amor exótico. Flores y dulces eran los regalos que nos prometíamos durante cada encuentro en esos días soleados por un calor enardecido.

Y al recorrer los días tú me dijiste: “Corazón enmarañado, quiero ir con las estrellas junto a ti, escudarme del frío que me abruma y que sólo se apacigua cuando tú estás a mi lado”. Desorientado yo, asombrada tú, no sabías si lo que me habías dicho era lo más sensato. Respondí que aún era muy temprano para planear la huida, pero que podrías ir pensando en otro lugar, porque ese no existía, sin duda no existía.

Descubrimos problemas a kilómetros cuando estábamos juntos. Yo no podía oler ni la menor fragancia que rondaba mi rostro esa noche de pretextos. Tus errores y los míos se mezclaron para cegarme en medio de la dañada luz melodiosa. De pronto volví a mi tardía realidad que de un embestido golpe me dijo que algo más te sucedía.

Y entonces pregunté: "Fatídico corazón, ¿algo malo te pasa?” y tú con una voz afectada me respondiste: “Siento que voy mal, es mejor un adiós”. Afligido yo, angustiada tú. Una gran confusión se generó mientras tú mirabas al suelo y yo al cielo. Hoy reflexioné: "Me había suicidado, pero he regresado. Ya lo he comprendido, no tengo nada más que hacer a tu lado. Ya no necesito que me lo digas, no tengo nada más que hacer a tu lado".

Autores:
Diego Martín Eguiguren S. (http://zonanaufragios.blogspot.com/)
Marco Eduardo Alberca R.

domingo, 23 de agosto de 2009

Tu melodía (En el recital del amor)

Un single listo en una mañana loca de abril, gente perdida en locales sin dirección. Versos viejos acortan mis ideas, de llamarte para huir y ser feliz. Amores vienen sin pensar, tu mirada en el mostrador sin desconfiar, accidentes sin ilusión nos regalan esperanzas de componer. Letras imaginadas listas para plasmar en el recital del amor.

Pocas notas en la canción y frases cortas sin atención, hacen de tu disco de amor una noche de diversión. Luces tontas sin un color e instrumentos rotos sin afinar, hacen de tu concierto de amor una noche de diversión.

Vinilos simples que matan en un tocadiscos normal, niños corriendo hacia algún lugar nos muestran el sitio final. Versos nuevos ayudarán las ideas para gritar y no hacerte ahora olvidar. Amores listos y ya se van, tu mirada logró buscar aquella nueva canción que tu melodía inspiró. Letras olvidadas listas para entonar en el recital del amor.

Pocas rimas en la canción y grabaciones sin duración, hacen de tu disco de amor una noche de diversión. Lentes rotos sin un valor y una guitarra sin conexión, hacen de tu concierto de amor una noche de diversión.

martes, 18 de agosto de 2009

No será la última vez

¿Debí hacerlo aquella noche que rutilamos con amor? Ya no lo sé, recién ahora he entendido que moriré sin tu calor. Tu corazón no puede escapar de las sombras que te ofrecí. Yo me perdí en un laberinto de cartón, por eso te repetí: “Ya no puedo seguir, esto no es normal en mí, pero es mejor terminar aquí”.

Malgastamos unos minutos en silencio, no decías nada para contestar. Aturdido pensé: “Tal vez debió ser de otra manera”. Decidí mencionarte que tú eras la mejor, sin embargo mi corazón miraba hacia otro lugar.

Y tras la confusión te escuché decir: “No me digas más, mi vida se acabó. Te prometo renacer, pero no será hoy”.

Está muy mal, lo sé. Me perdí lejos de ti afirmando que yo era el culpable de tu penoso desastre (guerreros dormidos caídos en combate aferran sus ideas a creencias variadas). Intentaré salir de mi oscuro lugar. Intentaré llegar hasta ti cuando mi corazón ya no esté en su lugar. Ya lo sé, no eres tú quien volverá. Ya lo sé, no debo volver a hablar.

El cielo ya no está cantando sin ángeles en el aire, pero si con demonios resignados en esta triste ciudad. Entonces bien, ¿y ahora qué? Tal vez no deba escapar, tu corazón se secó y el mío quizás nunca existió.

Error tras error encontré mi lesión, no eras tú ni era yo, era tan sólo este trágico corazón. Te contaré que extraño puede ser verte salir y reír en mi espantoso mar, pero antes dime algo: ¿Son ciertas tus tristezas? Con dramática voz me dijiste: "Son ciertas y siniestras". No pude callar diciendo: "Querida, las mías no lo son, fatales y nefastas nada más".

Pero ya lo sé, en las despedidas siempre tiene uno las de perder. Sabes, a mí me tocó olvidar y no es el fin del mundo. Hoy todo terminó, pero no será la última vez.

¿Por qué lloras? Una cosa aprendí: No hay tristezas que llorar, pero sí ilusiones que buscar.

Autores:
Diego Martín Eguiguren S. (http://zonanaufragios.blogspot.com/)
Marco Eduardo Alberca R.

jueves, 13 de agosto de 2009

Ojos Verdes

Ojos verdes, que llegaron a mi vida cuando aún cursaba esos momentos ya olvidados de mi pasado. Piel cual nieve de invierno y cabello cual sol de un verano caluroso iluminaban mi alma ilusionada con una historia que no entendía y que quería conocer.


Ojos verdes, que con una mirada cautivadora conseguían lanzarme a un lugar cubierto de algodones dóciles, mencionaban a susurros el nombre de la poseedora de tal poder que controlaba mi ser.


Ojos verdes, que hacían no más que hipnotizar hasta al más ciego de los magos que rondaban esas habitaciones oscuras llenas de soledad.


Ojos verdes, que cruzaban mirada con mi vista de color oscura que iluminaba lo que detectaba a su paso, no hacían más que enamorar a un corazón desprevenido que aprovechó su ingenuidad para ser feliz.


Ojos verdes, que junto a una tierna sonrisa hacían la más perfecta de las armonías, como un dulce pétalo de Sakura cayendo lento y silencioso de un árbol de cerezos cansado de su belleza.


Ojos verdes, que una tarde fría de verano tormentoso por amores accidentados vi sollozar entre almohadas clausuradas por lágrimas que rasgaron mi risa.


Esos sublimes ojos verdes, que un día sin más miraron hacia otro lugar apagando su hechizo, lograron llenar esta caja de recuerdos con un bello color que adorna parte de esta infortunada libreta.

viernes, 7 de agosto de 2009

El Lobo Solitario

Me regalaste tu voz entrecortada para llevarme a un lugar desconocido lleno de flores aterciopeladas, ahí entendí que lo que me diste era tan falso como un lobo abatido que se quedo sin luna a la cual aullar. Tu amor no fue más que un sencillo viaje a ningún lugar, que terminó con una salida al desierto más helado en una noche estelar.

Ahora soy solo un lobo solitario que prefiere esas noches frías de luna llena que me acompañan como el aire disoluto. Perdido en un bosque lleno de trampas emprendí un viaje de espaldas a ti y al corazón.

Aullando a esa luna azul que me predijo la oscuridad de mis fantasías, acorté esta triste caminata que me llevó a maldecir a esas criaturas nocturnas que me recordaron que mis brillantes estrellas partieron con rumbo desconocido.

Nubes negras ocultaron el resplandor de mi luna llena, solo entonces descubrí que un lobo se puede entristecer por la falta de aquella encantadora esfera que despierta esos instintos que mi flameado cabello gris muestra en tan bella oscuridad.

Garras afiladas son mi defensa para confrontar aquellos seres que intentan abatir mi soledad y mi tenebrosa espera a esa luna que aún no regresa.

Luna llena de un amor embestido por el silencio nocivo que liquida al lobo en el que me convertí, endeble por la falta de esa extraña luz azul que iluminaba mis noches de pavor.

Ahora sólo espera y aúlla a tu soledad, eso te corresponde lobo enamorado.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Luna Plateada

Noches heladas en bancas heladas adornadas listas para cobijar un alma sin memoria que nunca llegó. Rendidos faros azules contemplando el invierno de dos corazones convertidos en fotografías de exasperación.

Tú, luna plateada que iluminas lo poco que queda de mi alma, accediste al silencio asesino que actuó de intermediario entre los dos. Yo, apartado del mundo y refugiado bajo el manto estelar que cubre cada noche, espero las respuestas que el tiempo guarda entre las sombras del infinito.

Tiburones de sol borrachos de cansancio sonrojan lo más dulce que tu ser libró en abismales noches incendiarias. Recuerdos de tu despedida llegaban cuando me perdía en lo que quedaba de tu mirada. Oscura condena de días grises y vientos silenciosos me esperaron tras la publicación de mi retrato defraudado por miradas no encontradas y varadas en alta mar, al pie de cenicero que usaste como pañuelo.

Tú, luna plateada y compañera fiel tras un largo tramo que duró no más que un cigarro encendido, descifraste los misterios de una prohibida soledad que superó la pasión y el delirio que nuestros labios despertaron. Yo, que fui el dueño del espacio indefinido, sigo enclaustrado entre baladas de amor desenfrenado y con fin desesperado que niegan lo real de tu partida.

Luna plateada, guardo entre sábanas oscuras la sonrisa que alguna vez fue la huella de tu alma.

Autores:
Diego Martín Eguiguren S. (http://zonanaufragios.blogspot.com/)
Marco Eduardo Alberca R.

Agosto 2009

martes, 4 de agosto de 2009

Bienvenidos a Interludio

Rastros de mi ser son dejados tras la inspiración de una noche nostálgica que me apertura a una nueva forma de decir quien soy. Una memoria desordenada por una apacible brisa deja una huella que pronto desaparecerá, un interludio de mi vida deja escrito a través de un alma inspirada por lo bueno y lo malo de una vida recién estrenada.


Les doy la bienvenida a “Interludio”